El Garante by Alex Ferrara & José Levy

El Garante by Alex Ferrara & José Levy

autor:Alex Ferrara & José Levy [Ferrara, Alex & Levy, José]
La lengua: eng
Format: epub
Tags: garante, Thriller, Suspenso, accion
ISBN: 978-987-34-0371-2
editor: Vi-Da Global
publicado: 2011-02-24T00:00:00+00:00


Capítulo XXIX

Joe Sagasti cruzó un semáforo en rojo a ciento veinte kilómetros por hora y clavó los frenos en la puerta del Centro de Salud Blue Haven, donde trabajaba su “masajista preferido”. Le encantaba conducir a alta velocidad. Había llegado el momento de asegurar la carnada.

Colin es un hombre común que puede comprarse y venderse fácilmente. Pan comido, Sagasti.

Sabía que se estaba acercando al momento en que vencería a Mondragon, y cuando lo hiciera, la gota de sangre de su firma significaría que él, El Gran Sagasti, habría obtenido el logro supremo con el que un recaudador de almas podía soñar: conseguir un alma sin dar ninguna compensación. Lucifer le besaría los pies.

Los transeúntes miraban al pasar su nueva Lamborghini Diablo, una lustrosa máquina negra que encandilaba la vista. Sagasti se regocijaba al incitar la envidia. Era una semilla digna de sembrar, ya que podía llevar a la cosecha de más almas. Pero ahora debía concentrarse en Colin. Sabía que el masajista cedería sin mayor problema. Todo lo que tenía que hacer era sintonizarlo a la medida justa. El amigo de Martin salió del instituto.

—¡Colin! —lo llamó Sagasti bajando el cristal polarizado, y el joven abrió la boca cuando se dio vuelta y vio que su nombre provenía del interior de esa maravilla mecánica.

Sagasti le hizo una seña con la mano y pulsó un botón que elevó la puerta como el ala de una gran águila negra. —Hola, Colin —lo saludó—. Sube.

Colin se sentó en la butaca de cuero con una sonrisa amplia. —¡Guau! ¿Esta nave es suya? —preguntó.

—Sí, en un par de años elegiremos una para ti —lo tentó Sagasti—. ¿Listo para ir a dar un paseo? —¿Qué es, un chiste? ¡Guau!

Sagasti pisó el acelerador y el coche se lanzó al tráfico. Vio cómo a Colin se le caía la mandíbula mientras se aferraba al asiento con ambas manos. El recaudador de almas sonrió para sí y se concentró en ingresar en la conciencia de Colin. —¿Cómo está hoy el futuro gerente del Institute for Perfect Health? —le preguntó. —¿Institute for Perfect Health?

—¿Te gusta el nombre de nuestra flamante empresa? —preguntó Sagasti mientras cruzaban la ciudad hacia la sucursal del Chase Manhattan Bank donde tenía su caja de seguridad.

—Es formidable, sí —dijo Colin—. Soy masajista pero no me pida que sea un gerente instantáneamente, Joe. No tengo el conocimiento para...

—¡Tonterías! —replicó Sagasti—. Además, no estarás solo. Te asistirá un ejército completo de criaturas.

Colin se rió y Sagasti siguió sus pensamientos como si estuviera viéndolos en un espejo. El joven se imaginaba aconsejando a los ricos y famosos sobre qué terapia les convenía recibir. Colin tenía toda la intención de ayudar a la gente. Qué ingenuo.

—Ya he visitado un par de lugares para alquilar —señaló Sagasti, con voz seductora—. Haremos la elección final juntos. Tú eres el experto aquí.

—¡Guau!, pero ahora tengo que ir a ver a Sondra al hospital —dijo Colin.

—Quiero mostrarte algo primero —retrucó Sagasti—. No nos llevará más que un minuto. Luego te alcanzo hasta ahí. —Está bien —Colin aceptó la invitación tímidamente.



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